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Bienestar emocional

Agotamiento emocional: señales para identificarlo

Agotamiento emocional: señales para identificarlo

Hay momentos en nuestras vidas en los que nos sentimos sobrepasados, nos falta la energía y no encontramos ningún sentido a lo que hacemos; sabemos que nos vendría bien parar, tomarnos un tiempo, y, probablemente, hacer cambios, pero…. con demasiada frecuencia la vorágine del día a día nos impide hacerlo, así que terminamos por autoconvencernos de que: «esto no es más que un bajón, ya se me pasará, es sólo una etapa…».

Y poco a poco, casi sin darnos cuenta, el agotamiento emocional y psicológico cada vez se hace más evidente y presente en nuestra vida; el alto nivel de estrés mantenido durante tanto tiempo ha hecho que nos “quememos”, y que tengamos la sensación de estar al límite y no poder más

El síndrome de “estar quemado” (burn out) es la sensación de fracaso y sobrecarga de energía; es un agotamiento total: emocional, físico e incluso espiritual.

El burn-out se define por “romper” con todo literalmente, normalmente la persona que atraviesa por esta situación no es consciente de ello hasta que ocurre (es como que si las pilas se gastasen sin avisar, simplemente llega un momento en que ya no se puede más).

El agotamiento emocional suele manifestarse de la siguiente forma:
  • Cansancio; hay una sensación continua de falta de energía y de vitalidad, la persona, aún descansando, no logra recuperarse.
  • Falta de motivación y apatía, cualquier tarea puede parecer abrumadora, no se siente entusiasmo ni interés por casi nada.
  • Malestar emocional, cuando la sensación de desbordamiento es intensa, puede surgir la frustración, tristeza y ansiedad; pero, también la irritabilidad, incluso puede parecer que todo nos molesta.
  • Problemas cognitivos; son frecuentes los problemas de concentración, de atención y de memoria. Cuando una persona está estresada, su mente está centrada exclusivamente en la fuente de estrés, que percibe como amenaza; a corto plazo, esto ayuda a solucionar el problema al centrar toda la atención en él, pero cuando el estrés es crónico, esta “visión en túnel” se traduce en problemas para prestar atención a cualquier cosa, afectando la habilidad para tomar decisiones, recordar cosas, pensar o funcionar con normalidad.
  • Disminución del rendimiento; como consecuencia de lo anterior, el rendimiento en el trabajo, estudios o tareas habituales, con bastante frecuencia, disminuye.
  • Problemas en las relaciones personales, debido al malestar emocional puede haber cambios en la forma en la que nos relacionamos, es posible que aparezcan más discusiones a causa de la irritabilidad, o que a causa del cansancio restrinjamos nuestros contactos…
  • Conductas perjudiciales. Algunas personas recurren a estrategias poco saludables para afrontar su situación, como beber en exceso, fumar demasiado, comer compulsivamente, dejar de hacer ejercicio, recurrir a la automedicación, tomar demasiado café…
  • Problemas de salud; pueden aparecer diferentes síntomas físicos como: dolor de cabeza, dolores musculares, problemas digestivos, depresión, etc.

Cuando una persona llega a este punto, lo más probable es que dedique una gran cantidad de energía mental a dar vueltas sobre el cómo, el porqué y el cuándo de lo sucedido; es decir , a buscar una explicación sobre por qué está en esa situación.

Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, este tipo de rumiaciones sólo dificulta el que podamos afrontar de una manera eficaz y proactiva lo que nos ocurre, además de generarnos un mayor desgaste emocional y físico.

Dar vueltas a lo mismo una y otra vez, no sirve de nada porque no genera ninguna acción, por tanto, aunque ya sé que es inevitable que aparezcan determinados pensamientos, intentemos no recrearnos demasiado en ellos e invirtamos nuestra energía en realizar esas acciones que nos acerquen poco a poco a nuestro objetivo; a recuperar de nuevo nuestras fuerzas y, en definitiva, a cuidarnos.

A continuación te propongo algunas sugerencias para hacerlo; aunque, como siempre, habrá que tener en cuenta tus circunstancias individuales y tu estilo personal, para llevarlas a la práctica.

Lo primero es reconocer las primeras señales del agotamiento emocional, y darte permiso para hacerles caso; es decir, si puedes, baja el ritmo, date tiempo para reflexionar, descansar y cuidarte.

Aprende a tomarte las cosas con más calma y pide ayuda si es necesario, cuando nos encontramos mal muchas veces tendemos a aislarnos socialmente, aquello de: «no me apetece ver a nadie» , pero disponer de apoyo social en los momentos difíciles es un recurso muy valioso para nuestro bienestar.

Llegar a este punto es una señal innegable de que algo importante no funciona como te gustaría; por tanto, quizás sea el momento de hacer balance y revaluar tus metas y prioridades. ¿Estás descuidando algo importante para ti? Puede venirte bien empezar a poner límites, y aprender a decir “NO”, ya sea a los demás como a tu autoexigencia excesiva; recuerda que decir no algunas veces te permite tener tiempo para poder decir sí a las cosas que realmente quieres hacer.

Recuperarse de una crisis de este tipo es un proceso lento, ya que, muchas veces, requiere que cambiemos algunos hábitos y aprendamos nuevas estrategias de afrontamiento, así que no tengas prisa, se trata de ponernos en marcha e ir poco a poco afianzando las nuevas rutinas que nos ayuden en nuestro autocuidado y fomenten nuestro bienestar emocional.

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Comentarios

  1. Xochitl D. dice

    30/01/2023 a las 15:55

    Excelentes artículos, realmente vale la pena leer y compartirlos.

    Responder

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