¿Te has planteado alguna vez solicitar ayuda psicológica? Hay diferentes situaciones que nos pueden crear malestar emocional, y comprometer nuestra salud mental.
En ocasiones, nos podemos ver tan desbordados por las circunstancias que no sabemos que hacer. Nos sentimos paralizados para tomar decisiones y actuar; y en consecuencia nos sentimos frustrados, ansiosos y tristes por no ser capaces de resolver nuestros problemas.
Intentamos salir de esa crisis poniendo en marcha todo el repertorio de recursos personales y emocionales de los que disponemos.
A veces, buscaremos consejo y apoyo en un amigo o familiar; otras indagaremos sobre aquello que nos preocupa en internet o en algún de libro….
Pero, ¿qué ocurre cuando todo eso no es suficiente?
Si después de todos nuestros intentos por resolver la situación, seguimos sintiéndonos mal; y, además, ese malestar empieza a interferir en nuestro día a día, salpicando, incluso, a nuestras relaciones personales, laborales y familiares.
Será el momento de que nos planteemos la posibilidad de iniciar una terapia, para conseguir restablecer nuestro bienestar psicológico y emocional.
Tomar la decisión de consultar con un psicólogo aquello que nos preocupa no siempre es fácil; puede generarnos diferentes sentimientos como de frustración, impotencia, ansiedad e incluso vergüenza; ya que todavía hoy persisten toda una serie de prejuicios negativos en torno al trabajo del profesional de la psicología.
El primero, y quizás más extendido, es: «para qué….yo no estoy loco».
Déjame decirte que cuando alguien solicita ayuda psicológica lo único que está demostrando es que es responsable de sí mismo y que quiere solucionar sus dificultades; que es él quien dirige su vida y no las circunstancias, y esto nada tiene que ver con la locura, ¿no te parece?
En esta línea está, el famoso: «Yo puedo solo».
Parece que asistir a terapia implica reconocer una debilidad personal o una incapacidad para enfrentar las exigencias de la vida. Esta idea puede ser consecuencia directa de la sociedad competitiva en la que vivimos, en la que reconocer que necesitamos ayuda psicológica nos hace menos válidos ante los demás.
Pero de nuevo, se trata de un error; ya que en un proceso terapéutico el psicólogo te enseñará nuevas formas de afrontar las situaciones; pero no las pondrá en práctica por ti.
Serás tú quién tengas que aplicar lo aprendido; tú serás el agente del cambio, y eso sin duda, te hará más fuerte y aumentará tu capacidad de satisfacción y adaptación al entorno.
También, es posible, que pienses: «quién va al psicólogo es porque está muy mal o sufre un grave trastorno psicológico».
Esto no siempre es así. En primer lugar, porque dentro de la psicología hay diferentes especialidades, no todos los psicólogos tratamos los mismos problemas. Y en segundo lugar, hay muchos motivos que llevan a las personas a consultar con un profesional.
Uno de ellos, es que decida mejorar en un área de su vida personal, por ejemplo aprender a relajarse o mejorar su habilidad de hablar en público; el objetivo de estas consultas no es superar un trastorno psicológico sino desarrollarse o crecer a nivel personal.
Tampoco hay que esperar hasta el último momento para acudir a un psicólogo, dado que es mucho más difícil y costoso resolver un problema si éste se ha agravado con el tiempo.
Otro motivo por el que algunas personas deciden consultar con un psicólogo es porque buscan asesoramiento u orientación sobre cómo afrontar alguna situación; por ejemplo en el caso de que tengan algún familiar con alguna patología y quieran aprender la mejor manera de ayudarle.
Otra idea, muy extendida es la de «yo no creo en esas cosas…».
Pues bien la Psicología es el estudio científico de la mente y la conducta del ser humano y no se basa en meras creencias; no se trata de un acto de fe.
Los psicólogos analizan los procesos de aprendizaje que han llevado a la persona a comportarse como se comporta y, más importante aún, cómo se mantienen esos comportamientos y cómo se pueden modificar.
Podría seguir nombrando algún que otro prejuicio acerca de la figura del psicólogo, que todavía hoy perduran en nuestra sociedad. Aunque, también es cierto que, cada vez tienen menos peso debido al mayor conocimiento y difusión de la psicología y, sobretodo, porque son muchas las personas que han logrado un mayor bienestar psicológico y emocional después de realizar una terapia psicológica.
Para resumir, y en palabras de la psicóloga Mª Jesús Alava Reyes: “no hace falta estar en una situación excepcional o extrema. Cuando usted sienta que necesita ayuda en su vida diaria porque no sabe cómo afrontar la situación que está viviendo, ahí es donde es aconsejable recibir tratamiento”.
Si te encuentras en esta situación, y todavía no tienes claro si necesitas ayuda psicológica, es posible que te estén influenciando alguno o varios de los prejuicios anteriores; infórmate sobre los beneficios que te puede aportar la terapia psicológica y decide si es para ti.
En el caso de que tomes la decisión de iniciar una terapia, mi consejo es que aproveches el tiempo, te involucres en los ejercicios y en las tareas que tu terapeuta y tú acordéis durante las sesiones.
Comprométete con el proceso terapéutico poniendo en práctica las técnicas aprendidas en la «vida real»; de lo que se trata es de que adquieras nuevas habilidades y estrategias que te permitan afrontar de una manera más eficaz las dificultades con las que nos encontramos en el día a día; y mejore, así, tu bienestar emocional y psicológico.