¿Sabes qué es la asertividad? ¿Conoces los derechos asertivos?
Lo más probable es que sí, o al menos hayas oído algo del tema; pero la realidad es que muchas veces en la práctica no los hacemos valer; bien por falta de seguridad en nosotros mismos, por temor a herir a la otra persona, por miedo al que dirán…
En definitiva, a veces nos encontramos en situaciones en las que deseamos hacer una cosa, pero terminamos haciendo otra muy diferente porque es lo que creemos que los demás esperan de nosotros.
La asertividad suele definirse como un estilo de comportamiento en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas; sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos.
Es una forma de expresión consciente y directa; cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar a nadie; actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de dejarnos llevar por la ansiedad, la culpa o la rabia.
La asertividad es un modelo de relación interpersonal que tiene como premisa fundamental que toda persona posee unos derechos asertivos o básicos; se consideran derechos asertivos aquellos que asumimos que tiene cualquier ser humano por el hecho de serlo.
Smith considera que hay diez derechos asertivos básicos. Son los siguientes:
1.- El derecho a ser tu propio juez.
Es el principal derecho asertivo del cual se derivan todos los demás. Ser tu propio juez significa asumir que tú eres el máximo responsable de tu vida; así como que puedes elegir cómo pensar, cómo sentir y actuar en cada situación, liberándote así de la tiranía de los “deberías”.
Siendo asertivo te atreverás a expresar lo que piensas, sientes y quieres; sin sentirte culpable y sin temer el posible rechazo de los demás; aunque, esto no es incompatible con que escuches las opiniones de los otros, pero sólo tú tomarás tus propias decisiones.
Se trata de ser consciente de que no existe ningún modelo absolutamente válido de comportamiento “bueno” o “malo”; aunque sí hay formas de pensar, sentir y actuar que cada uno puede elegir y que enriquecen o amargan nuestra existencia.
2.- El derecho a elegir si nos hacemos o no responsables de los problemas de los demás.
Si somos asertivos, podremos optar por sentirnos responsables sólo de nuestros problemas. Smith considera que si ignoramos este derecho, los demás podrán manipularnos presentándonos sus propios problemas como si fuesen nuestros.
En este sentido, es más deseable pensar que tienes derecho a defender tus intereses y a expresar tus sentimientos, incluso si los demás se sienten ocasionalmente heridos; lo contrario, supondría mostrarte falso. Se trataría de respetar nuestros intereses al igual que los de las otras personas, intentando buscar soluciones que satisfagan a ambas partes, siempre que sea posible; y recordando que en ocasiones es natural (y razonable) anteponer nuestras necesidades a las de los demás.
3.- El derecho a elegir si queremos o no dar explicaciones.
Sólo nosotros decidimos cuándo y a quién deseamos dar explicaciones.
Se trata de no sentirnos en la “obligación” de tener que justificarnos ante los demás por nuestros actos u opiniones. No tenemos que intentar convencer a nadie de que lo que hacemos es lo adecuado; ya que somos nuestro propio juez.
Lo mismo ocurre con las excusas, en ocasiones con un «No, gracias» es suficiente; no tienes porque darlas, y menos si no son sinceras.
4.- El derecho a cambiar de opinión.
La realidad es muy compleja: puede ser vista desde diferentes puntos de vista y está en constante cambio; por tanto, para ser realista y conseguir un máximo bienestar, conviene aceptar que cambiar de opinión es algo normal y saludable .
La persona asertiva tiene claro que cambiar de opinión no es un traición a sí misma o hacia los demás; sino que es evolucionar, aprender y ser flexible.
5.- El derecho a cometer errores.
Si creemos, de forma autoexigente, que no debemos cometer errores (cosa que es imposible porque todos nos equivocamos a veces); cuando los cometamos reaccionaremos pensando y sintiendo que hemos hecho algo malo; que eso es terrible y que somos unos ineptos.
También será fácil que otras personas nos manipulen y nos hagan sentir culpables por habernos equivocado en algo.
Sin embargo, los errores forman parte de la vida, son necesarios para el aprendizaje. La persona asertiva no se avergüenza de cometerlos, los ve como algo normal; y por supuesto no se siente culpable por equivocarse.
6.- El derecho a decir no lo sé.
Se basa en aceptar que es imposible saberlo todo; y que no necesitamos tener respuestas a todas las cuestiones para sentirnos bien y valiosos.
El derecho a decir no lo sé implica responder tranquilamente que no sabemos algo; y atrevernos a preguntar sobre aquellas cuestiones que no conocemos o sobre las que tenemos dudas.
7.- El derecho a no necesitar la aprobación de los demás.
Las relaciones interpersonales son muy importantes y a la mayoría nos gusta caer bien a los demás.
Pero intentar agradar a todos es imposible e incluso contraproducente; ya que si creemos que para relacionarnos adecuadamente con una persona precisamos contar con su aprobación y simpatía, nos pondremos en situación de ser manipulados por ella, debido a nuestra necesidad de gustarle. También dejaremos de ser fieles a nosotros mismos, a nuestros principios y nuestros valores; porque terminaremos comportándonos como creemos que los demás esperan que lo hagamos; y no seremos capaces de arriesgarnos a hacer lo que deseamos.
La persona asertiva acepta con naturalidad que haya personas a las que no les gusta; de igual manera que a ella no le gusta todo el mundo. Y aunque prefiera caer bien, sabe que no necesita la aprobación ni la simpatía de los demás para relacionarse con ellos de forma asertiva y eficaz.
8.- El derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.
La lógica y el razonamiento suelen basarse en afirmaciones rotundas, en forma de “blanco o negro”. Pero nuestros deseos, motivaciones y emociones no suelen presentarse de una manera tan clara; a menudo están mezclados y confusos, incluso podemos llegar a desear cosas diferentes al mismo tiempo.
Sin embargo, recuerda que sigues teniendo el derecho a elegir tus propias metas y a decidir lo que quieres; aunque no dispongas de unas razones claras y lógicas para explicarlo (ya que tú eres tu propio juez).
9.- El derecho a no comprender las expectativas ajenas.
Ejercer este derecho implica que no tenemos la obligación de adivinar lo que los otros necesitan y esperan de nosotros; y por supuesto, a no someternos a sus deseos.
Aunque en la mayoría de las ocasiones nos convenga estar atentos y tratar de tener en cuenta las expectativas de los demás, no es nuestra obligación intentar adivinarlas; sobretodo porque en ese intento, lo más seguro es que cometamos muchos errores.
10.- El derecho a no intentar alcanzar la perfección.
Algunas personas consideran que “debemos” intentar alcanzar la perfección en todo lo que hagamos. Pero esta idea puede ser perjudicial para nosotros; ya que es posible que dejemos de intentar realizar algo por no poder alcanzar la perfección. Y además, también nos hace más vulnerables a posibles manipulaciones, ya que puede que haya personas que alegando que lo que nos proponen es “lo mejor” intenten que hagamos lo que quieren.
Si nuestras expectativas son realistas, no esperaremos se perfectos (ni siquiera acercarnos a ello); bastará con que hagamos las cosas en la forma más satisfactoria que podamos. En muchas ocasiones, quizás no nos interese alcanzar la perfección, simplemente deseemos disfrutar del proceso de realizar algo; independientemente del resultado.
Lo asertivo es que cada uno de nosotros juzgue y elija sus metas según sus preferencias y que, si otro trata de manipularnos para conseguir que hagamos lo que quiere argumentando que es mejor, podamos pensar y decir: «No me importa».
A la hora de ejercer y defender los derechos asertivos, hay que tener en cuenta:
- Estos derechos se supeditan a uno principal, que es el derecho a decidir si deseas ejercerlos o no; y el criterio para tomar tal decisión será siempre personal.
- Los derechos asertivos son válidos tanto para nosotros como para las demás personas; ejerce tus derechos en libertad y respetando los derechos de quienes te rodean.
- Es importante no confundir estos derechos con preferencias o exigencias; por ejemplo, sería absurdo pensar que para ser asertivo es preferible cometer errores.
A modo de conclusión, tal y como señala, la psicóloga Elia Roca, los derechos asertivos consisten en que te atrevas a ejercer el derecho a ser tu propio juez, a trazar tus propias metas y a no dejarte manipular por los demás. Pero ello no impide que tengas en cuenta sus opiniones, des explicaciones cuando te parezca adecuado hacerlo, y que prefieras ser amable, hacer las cosas bien, gustar a los demás y obtener su aprobación, siempre que eso no te impida ser fiel a ti mismo.