• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal

AlbaMar Psicología

Apoyo, asesoramiento e intervención psicológica

  • Inicio
  • Sobre mí
  • Servicios
  • Blog
  • Contacto

Desarrollo personal

El lenguaje construye nuestra realidad

El lenguaje construye nuestra realidad

El lenguaje que usamos en el día a día nos define como personas y construye nuestra realidad.

La forma en la que hablamos, tanto a los demás como a nosotros mismos, es un reflejo de nuestros valores, de nuestras actitudes y, sobre todo de cómo afrontamos las circunstancias de la vida y del trabajo.

En nuestro dialogo interno se condensan gran parte de los pensamientos, ideas y preocupaciones que ocupan nuestra mente; este dialogo ocurre de forma continua, seamos conscientes o no, y es un reflejo de nuestra visión del mundo y de nuestra propia identidad.

Las palabras que nos decimos influyen en la emoción desde la que actuamos; es decir, nuestro lenguaje interior condiciona nuestro estilo de afrontamiento, ya sea optimista, ansioso, activo, pesimista, apático…

Observar cómo nos hablamos a nosotros mismos (y a los demás) y qué tipo de lenguaje utilizamos nos aporta una información muy valiosa que podemos usar para mejorar nuestra vida y nuestras relaciones con los demás.

Todas las palabras, positivas o negativas, están cargadas a nivel emocional.

Al usar un lenguaje positivo podemos mejorar nuestra comunicación y nuestras estrategias de afrontamiento; por el contrario, usar un lenguaje negativo nos resta energía y nos aleja de nuestros objetivos; además de que puede llegar a deteriorar los vínculos con los demás; ya que resulta dañino y ofensivo tanto para los que nos rodean como para nosotros mismos.

El lenguaje positivo en todas sus expresiones (verbal, escrito y gestual) y en todos sus ámbitos (nuestra habla interior, la comunicación interpersonal, la interacción social) es una poderosa herramienta de motivación que nos ayuda a obtener un impulso extra, a veces casi imperceptible, pero realmente importante, para seguir actuando, para convertirnos en los protagonistas de nuestras vidas”. Luis Castellanos.

En el proceso de terapia, al menos tal y cómo yo la entiendo, el cuidado del lenguaje y de la elección de las palabras que usamos está siempre presente. Es muy importante lo que decimos a los demás; pero todavía más lo que nos decimos a nosotros mismos.

Ya que nuestra mente es un constante flujo de pensamientos, seamos prácticos y pongámoslos a nuestro servicio. Usar un lenguaje positivo, entre otras estrategias, contribuirá a transformar nuestros pensamientos para que nos ayuden a alcanzar nuestras metas; y dejen de ser un obstáculo para conseguirlas.

El lenguaje marca la diferencia en la manera de percibir el mundo y, en consecuencia, en nuestra forma de actuar, de sentirnos y relacionarnos.

El lenguaje negativo se puede transformar en uno más positivo, si así lo deseamos; solo hay que entrenarse para hacerlo, y “traducir” nuestros pensamientos y palabras de negativas a positivas. Con esto no estoy diciendo que tengamos que convertirnos en unos “happy flower”, y creer que sólo cambiando las palabras conseguiremos que las cosas sucedan por arte de magia.

Para lograrlo lo primero será creer en nuestras palabras, y para ello es necesario encontrar nuestro propio estilo; y como dicen los autores de La ciencia del lenguaje positivo, habitarlas; ya que entonces sí conseguiremos que a continuación de nuestros pensamientos vaya la ACCIÓN.

A lo largo de los años hemos creado nuestro estilo, nuestros automatismos y nuestros hábitos a la hora de expresarnos; hacer un cambio no es un proceso fácil, requiere constancia y trabajo; pero si sabemos que el lenguaje construye nuestra realidad, ¿por qué no utilizarlo como una herramienta para mejorar, crecer y evolucionar?

El lenguaje nos impulsa, nos motiva, nos da la energía suficiente para seguir adelante, nos permite enfocarnos en el presente, y nos ayuda en el camino hacia nuestro bienestar emocional.

También te gustará

  • Estrés y ansiedad: ¿en qué se diferencian?Estrés y ansiedad: ¿en qué se diferencian?
  • Los estresores. Cómo identificar nuestras fuentes de estrésLos estresores. Cómo identificar nuestras fuentes de estrés
  • Claves para incluir el autocuidado en tu rutina diariaClaves para incluir el autocuidado en la rutina diaria

Interacciones con los lectores

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  • Facebook
  • LinkedIn
  • Preguntas frecuentes
  • Política de privacidad
  • Política de cookies
  • Contacto

AlbaMar Psicología | Atención psicológica y desarrollo personal. © 2023 ·

Utilizamos cookies analíticas, publicitarias y de terceros para ofrecerte la mejor experiencia en nuestra web.

Puedes aprender más sobre qué cookies utilizamos o desactivarlas en los ajustes.

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.