Una adecuada gestión del tiempo nos permite centrarnos en lo importante sin agotarnos; se trata de una habilidad que puede ser entrenada para cuidar de nuestro bienestar.
Las demandas del día a día, los cambios constantes del ambiente, la velocidad a la que hay que tomar decisiones y asumir obligaciones… hacen que tengamos casi la sensación permanente de no «llegar a todo», de no avanzar, y, lo que es peor, de no ser capaces.
Nos pasamos el día apagando fuegos (propios y externos) creyendo que todo es urgente, y dándoles, por tanto, prioridad máxima; pero tener mil frentes abiertos nos impide mantener el foco y la concentración en aquello que realmente consideramos importante.
Además, estar siempre pendientes del reloj y con la sensación de urgencia por ir tachando cosas de nuestra lista, hace que convivamos de manera permanente con el estrés y la ansiedad, e inevitablemente con la frustración e insatisfacción, ya que, por mucho que lo intentemos siempre nos quedará algo pendiente, o estaremos anticipando como llevar a cabo la tarea siguiente, lo que nos impedirá disfrutar de lo conseguido y sentirnos satisfechas.
Las expectativas a las que estamos sometidas en todas las esferas de nuestra vida, suelen ser excesivamente altas e irreales; dejándonos agotadas mental y emocionalmente.
¿Cómo cambiar todo esto? Un elemento clave para lograrlo es hacer una adecuada gestión del tiempo. ¡Ojo! No se trata de ser más productivas, e intentar hacer cada vez más cosas en el menor tiempo posible, sino de aprender a priorizar, a focalizarse en un objetivo, trazar un plan de acción y dedicarnos a lo importante.
Ahora bien, ¿Qué es lo más importante?
Lo sé, todo parece importante, y es muy difícil decidir qué es lo que nos dejamos fuera; pero tenemos que ser realistas, todo no se puede tener, el día tiene 24 horas, tenemos que aprender a poner límites y tomar decisiones basándonos en nuestros valores, nuestras circunstancias y nuestras necesidades o prioridades en un momento dado.
En este sentido, es muy importante que en la gestión que hagamos de nuestro tiempo busquemos siempre un equilibrio entre todas las esferas de nuestra vida.
Para ello, pregúntate: ¿En qué inviertes más tiempo y energía?
Observa durante unas semanas cómo actuás y tu grado de satisfacción en los diferentes ámbitos: empleo, relaciones familiares, trabajo no remunerado, espacio personal, relaciones sociales…
Para ayudarte en esta tarea te puede ser de utilidad realizar un ejercicio de autoconocimiento y autoreflexión, como es “la rueda de la vida”, que permite visualizar mediante una gráfica las diferentes áreas de nuestra vida, y ver el grado de equilibrio o desequilibrio que existe entre ellas.
Una vez tengamos claro de donde partimos, será el momento de tomar decisiones y establecer unos objetivos alineados con nuestros valores.
Tener unos objetivos concretos es esencial para saber hacia donde dirigirnos, y poder trazar un plan que nos permita alcanzarlos.
Para diseñar el plan de acción, pregúntate ¿qué acciones tienes que llevar a cabo para lograrlos?
Márcate metas a corto, medio y largo plazo para alcanzar tu objetivo; y ve paso a paso, desglósalas en pequeñas acciones que puedas hacer de manera sistemática y cronológica; coge la agenda (o el sistema que uses para planificarte) y anótalas, dales espacio y tiempo en tu día a día.
La idea es que siempre tengas a tu alcance un pequeño documento con las acciones planificadas que te sirva de guía.
Sé razonable a la hora de planificar; una gestión del tiempo eficaz te tiene que ayudar a alcanzar tus metas, pero manteniendo el equilibrio; en mi opinión es preferible hacer un poco todos los días y crear hábito (aunque creamos que vamos a paso de tortuga); que imponernos plazos imposibles de cumplir.
Las expectativas excesivamente altas e irreales pueden pasarle factura a nuestra salud, y hacer que terminemos abandonando, porque el cansancio y el estrés nos supere.
Por último, es necesario revisar con regularidad el plan de acción. Hacer un seguimiento y evaluar el resultado de nuestras acciones nos ayudará a mejorar; haciendo las modificaciones necesarias para ser más eficaces y eficientes.
Realizar un cambio en nuestra gestión del tiempo, implica entre otras cosas la adquisición de nuevos hábitos, el aprendizaje de nuevas habilidades… En definitiva, la creación de un nuevo estilo de vida.
En este proceso es importante identificar los obstáculos que pueden estar interfiriendo en la consecución de tus metas.
Algunos de ellos podrás mejorarlos e incluso eliminarlos, sin embargo, otros escaparán a tu control, por lo tanto, es conveniente que los tengas en cuenta, sobre todo para saber de qué recursos dispones en el momento actual, y cuáles tendrás que desarrollar.
Que no te asuste decir no, a veces por temor a parecer egoístas, o porque nos sabe mal, terminamos haciendo tareas y asumiendo responsabilidades que no nos corresponden; gestionar tu tiempo depende de ti, comprométete con tu objetivo, establece los límites que consideres necesarios y disfruta de cada paso que des en la dirección elegida.