El autoconocimiento es la primera competencia de la inteligencia emocional, conocernos a nosotros mismos es fundamental; además de ser la base para poder desarrollar cualquiera de las demás competencias emocionales.
¿Te has preguntado alguna vez quién eres? ¿Qué concepto tienes de ti?
Todos creemos que nadie nos conoce mejor que nosotros mismos; pero esto no siempre es así, pocas veces nos paramos a reflexionar sobre quiénes somos; de hecho, si no hemos realizado un trabajo previo, nos puede resultar difícil hablar sobre cuáles son nuestras fortalezas, nuestras debilidades, nuestro talento, nuestros valores, nuestras metas, etc…
El autoconocimiento es el resultado de un proceso reflexivo mediante el cual la persona adquiere noción de sí misma, de sus cualidades y características.
Este proceso es continuo, quiénes somos es consecuencia de todo lo que vamos viviendo; de las personas que pasan por nuestra vida, de nuestros valores, pensamientos y emociones; en definitiva de nuestras experiencias, ya sean positivas o negativas. Todo forma parte de lo que actualmente somos.
Conocernos, saber quienes somos, lleva su tiempo, y no siempre resulta agradable, a veces, también, puede ser angustioso.
En ocasiones podemos descubrir aspectos en nosotros que nos avergüencen o, incluso, nos asusten; ideas que parecen ser incoherentes y contradictorias con respecto de lo que pensamos sobre nosotros mismos, pero que también forman parte de quién soy; cuando no aceptamos y rechazamos esas partes que consideramos negativas de nosotros mismos, también nos estamos negando la oportunidad de mejorarlas; y por tanto de desarrollarnos y crecer a nivel personal.
El autoconocimiento es uno de los fundamentos del desarrollo personal, y es clave para poder regular nuestras emociones, relacionarnos con los demás y trabajar para conseguir nuestros objetivos.
A medida que avanzamos en nuestro propio conocimiento, también conseguimos mejorar otras competencias emocionales fundamentales para nuestro bienestar psicológico.
El autorespeto es una de ellas. Cuando nos conocemos y tenemos claras cuales son nuestra limitaciones y posibilidades, somos capaces de aceptar y comprender los motivos que nos llevan a actuar de una manera determinada; y sobre todo, somos conscientes de cuáles son nuestras necesidades y de respetarlas; poniendo límites a los demás en el caso de que fuera necesario.
El autoconocimiento y el autorespeto nos facilita tener un mayor autocontrol ante las diferentes situaciones con las que nos enfrentamos; es decir, nos resulta más fácil mantener la calma y controlar nuestros impulsos; y por tanto, favorece que actuemos de forma proactiva.
Por último, conocernos es fundamental para nuestra autoestima; entendiéndola como la forma en que las personas se sienten respecto de sí mismas y se evalúan; es ese sentimiento que tenemos sobre nosotros mismos, sobre nuestra manera de ser y actuar, sobre nuestros rasgos físicos y mentales… Si no sabemos quiénes somos, si no conocemos cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, nuestros valores…. ¿Cómo vamos a ser capaces de valorarnos de forma justa y realista?
El primer paso para comprender quiénes somos es saber cómo nos sentimos.
La toma de conciencia de las emociones constituye la habilidad emocional fundamental; el cimiento sobre el que, como ya hemos visto, se edifican otras habilidades de este tipo.
Para los psicólogos John Mayer y Peter Salovey, ser conscientes de uno mismo significa: «ser conscientes de nuestros estados de ánimo y de los pensamientos que tenemos acerca de esos estados de ánimo».
La persona que es consciente de sus estados de ánimo mientras los está experimentando goza de una vida emocional más desarrollada.
Son personas cuya claridad emocional impregna todas las facetas de su personalidad; personas autónomas y seguras de sus propias fronteras; que tienden a tener una visión positiva de la vida y que, cuando tienen un estado de ánimo negativo, no le dan vueltas obsesivamente y, en consecuencia, no tardan en salir de él. Su atención, en suma, les ayuda a controlar sus emociones.
Comenzar a conocerse a sí mismo puede ser un proceso difícil, que requiere esfuerzo y dedicación; es por ello que algunas personas tienden a evitarlo; pero detenernos a reflexionar sobre quiénes somos y sobre lo que sentimos, nos permite conocer mejor lo que queremos en la vida; y nos sirve para incrementar nuestra capacidad de vivir, y centrarnos en el presente.
Quiénes se conocen bien saben gestionar mejor sus emociones, sin llegar a desestabilizarse, incluso en los momentos de mayor dificultad; por tanto, desarrollar nuestro autoconocimiento es el punto de partida para mejorar nuestro bienestar emocional y psicológico.
El autoconocimiento, influye en nuestro rendimiento, condiciona nuestras expectativas y motivación; nos facilita la aceptación de los aspectos que no nos gustan de nosotros mismos, y cambiarlos, si así lo decidimos, para poder seguir avanzando y lograr nuestros objetivos.