Hay un refrán que dice: “El que no llora, no mama”, que viene a significar que el que quiere algo tiene que pedirlo e insistir para conseguirlo; o dicho de otra forma: “Si quieres algo, pídelo”, así de fácil, o no…
Pedir a los demás lo que necesitamos o deseamos es algo natural y deseable, y constituye una parte importante de la comunicación interpersonal.
Aunque forma parte de nuestra vida cotidiana y de nuestras relaciones con los demás, no siempre se nos da demasiado bien; de hecho, es algo que nos cuesta; muchas de las peticiones que hacemos suelen ser poco claras, imprecisas o mal enfocadas.
Hay multitud de creencias o pensamientos que nos dificultan algo, en apariencia, tan sencillo como realizar peticiones de aquello que necesitamos o deseamos; y terminamos, o bien, por no hacerlo, o bien, por pedirlo de forma agresiva.
La persona inhibida no se atreve a pedir lo que necesita, creyendo, con frecuencia, que sus deseos son menos importantes que los de los demás; en el caso de que consiga manifestar su necesidad suele hacerlo sin convencimiento, disculpándose y mostrándose tan insegura, que lo que, en realidad, da a entender es que espera que no le hagan caso o que rechacen su solicitud; y, cuando ésto sucede su creencia, acerca de que sus necesidades no importan y no son relevantes, termina reforzándose.
Por su parte, la persona agresiva a la hora de hacer peticiones suele pasar por alto los derechos de los demás; cree que los otros están obligados a acceder a lo que pide, o si recibe un «No» como respuesta se lo suele tomar como una ofensa personal; para conseguir su objetivo, es bastante habitual que utilice estrategias como la coerción, la manipulación o la hostilidad.
Realizar peticiones de forma adecuada desde la asertividad supone pedir lo que queremos, respetando los derechos y sentimientos de los demás.
Cuando somos asertivos exponemos lo que queremos de forma clara, intentando que la otra persona nos entienda, y así, evitar, en la medida de lo posible, que nuestro mensaje sea ignorado o distorsionado.
Respetamos nuestro derecho a decir «no lo sé», y solicitamos información sobre las cuestiones que nos interesan o que no entendemos.
Pero, también respetamos el derecho de los demás a decirnos que no y a rechazar nuestras peticiones; y por supuesto, estamos atentos a cómo se siente la otra persona para no molestarle innecesariamente.
Realizar peticiones de manera asertiva, y así aumentar la probabilidad de que nos digan que sí, conlleva tener en cuenta una serie de factores.
En primer lugar, antes de hacer una petición es importante analizar cuál es nuestro objetivo, así como las características de la situación y de la persona a quién se la vamos a hacer.
No todas las personas reaccionamos de la misma forma, y con frecuencia ante una misma situación podemos tener diferentes respuestas dependiendo de nuestro propio estado de ánimo; es algo que puede parecer obvio, pero que muchas veces se nos olvida; contar con ello y tenerlo en consideración le demostrará a la otra persona que respetas sus derechos, sentimientos y opiniones; lo que sin duda, hará que se muestre mucho más receptiva a tu demanda.
Observar su lenguaje no verbal te ayudará a elegir el mejor momento para hacer tu petición y para comprobar cómo está recibiendo tu mensaje; estar atento a sus reacciones te dará información acerca de cómo se siente ante tu demanda y te permite reformularla, en el caso de que, por ejemplo, notes que la otra persona está incómoda y se pone a la defensiva.
También es importante cuidar de tu lenguaje no verbal; intenta hablar de forma clara, con un volumen de voz adecuado y en un tono de voz amable; procura que haya congruencia con el lenguaje verbal y no verbal; y mantén una adecuado contacto visual y una distancia apropiada.
En cuanto al contenido de la petición procura que sea razonable y realista; no aproveches, por ejemplo, para pedir mas de una cosa a la vez; sé amable, y recuerda, tal como nos enseñaron de pequeños, a pedir las cosas por favor.
Exprésate de forma concreta, directa y no contradictoria; un error muy común es hacer la petición de forma indirecta o poco clara, esperando que los demás adivinen nuestros deseos.
Confirma que la otra persona haya escuchado y comprendido lo que le has pedido; si no tienes claro que te ha entendido pregúntale directamente y, si es necesario, explícaselo de nuevo.
Dar por supuesto que el otro ha entendido cuales son nuestras necesidades; y qué es exactamente lo que necesitamos de él sólo porque creemos habernos explicado con mucha claridad es un error bastante común; cuando en la realidad, lo habitual es que escuchemos y retengamos sólo una parte de lo que nos dicen los demás; así que, tenlo en cuenta, y asegúrate, antes de que surjan malentendidos.
Sobra decir, que si el otro accede a tu petición, agradéceselo; en el caso de que no tenga claro qué responder, sugiérele que se tome un tiempo para pensarlo.
Cuando la persona a la que hacemos la petición nos dice que no de forma clara, lo más deseable es reconocer su derecho a rechazar nuestra petición y no insistir demasiado.
Es importante aprender a aceptar bien las negativas; entre otras cosas porque, si nos cuesta aceptarlas, muchas veces renunciaremos a pedir lo que queremos por temor a que nos digan que no; en cambio, si aprendemos a reaccionar bien ante ellas, perderemos ese temor y nos resultará mucho más fácil hacer peticiones.
Recuerda que tienes derecho a realizar peticiones y que tu interlocutor tiene derecho a acceder o no a ellas, en función de sus deseos o preferencias.
A veces, aunque tus peticiones sean muy razonables y las formules muy bien, el otro no accederá a ellas; será frustrante, no voy a decirte que no, pero lo importante, más allá del resultado es que te sentirás bien contigo mismo porque, al menos, lo habrás intentado. Pero, sobretodo, porque cuando usas la asertividad para comunicarte con los demás, y en este caso para hacer peticiones, estás utilizando una herramienta, un nuevo enfoque, que te permite y te proporciona la seguridad suficiente como para seguir intentado conseguir aquello que deseas. Ser fiel a ti mismo y, por tanto, sentirte en paz contigo mismo, es un objetivo primordial de la asertividad.