
Empieza el día antes de abrir los ojos. Tu mente ya está repasando lo que te espera: tareas pendientes, responsabilidades, cosas que deberías haber hecho ayer. Suspiras y miras la hora: «a ver cómo me organizo para que me dé tiempo a todo».
Parece que, para que todo funcione, tienes que convertirte en una «persona multitarea»: estar en todas partes, atenderlo todo, no bajar el ritmo, ya que la presión por hacer más en menos tiempo es constante.
Pero, realmente, ¿es esa la mejor solución? ¿y si ese esfuerzo constante estuviera jugando en tu contra?
Este artículo no es para enseñarte a organizar mejor tu tiempo ni para demonizar la multitarea, ya que en algunos momentos puede ser útil, e incluso inevitable.
Pero sí es importante entender qué sucede en nuestro cerebro cuando intentamos hacer mil cosas a la vez y por qué, en contra de lo que solemos pensar, este hábito reduce nuestra productividad y, sobre todo, nos agota mental y emocionalmente.
Si comprendemos los efectos de la multitarea en nuestro bienestar, podremos decidir en qué momentos podemos usarla sin poner en riesgo nuestra salud y qué situaciones requieren de toda nuestra atención.
Porque no se trata de hacer más y añadir más carga a nuestro día a día, sino de hacerlo con sentido y manteniendo el foco en lo que de verdad nos importa.
¿La multitarea nos hace ser más eficientes?
La habilidad para hacer bien ciertas cosas requiere el enfoque total de nuestra atención. Cuando nos ponemos en “modo multitarea” tenemos la ilusión de eficiencia porque vamos tachando las tareas de nuestra lista de pendientes.
Pero, la realidad, es que el cerebro no puede concentrarse en varias cosas a la vez. Lo que hace es cambiar rápidamente de una tarea a otra, lo que aumenta nuestra sensación de estrés y termina por generarnos fatiga mental.
Sin embargo esto no siempre es así.
Cuando intervienen diferentes partes del cerebro y una de las tareas está bien aprendida (es decir, requiere un nivel bajo de atención), podemos usar la multitarea en nuestro beneficio. Por ejemplo, escuchar música mientras hacemos ejercicio no interfiere en nuestra concentración, sino que incluso puede ayudarnos a mantenernos motivados.
El problema surge cuando intentamos realizar simultáneamente dos o más tareas que requieren el mismo esfuerzo cognitivo.
Responder un mensaje mientras atendemos una reunión, hablar por teléfono a la vez que revisamos nuestras redes o intentar leer un libro y estar pensando en la lista de la compra.
En estos casos, el cerebro no procesa ambas tareas al mismo tiempo, sino que alterna entre ellas rápidamente. Y es ahí cuando la multitarea deja de ser útil y empieza a pasarnos factura.
Nos genera la sensación de estar haciendo mucho, cuando en realidad estamos fragmentando nuestra atención y aumentando la carga mental.
El problema es que este esfuerzo extra no es gratuito. Muchas veces nos somos conscientes del precio que pagamos: tardamos más en terminar cada tarea, cometemos más errores, y, sobre todo, dispara nuestros niveles de estrés sin que nos demos cuenta.
El coste invisible de hacer varias cosas a la vez
Como te decía antes, solo podemos concentrarnos, de verdad, en una cosa a la vez.
Cuando intentamos estar en todo, sobrecargamos a nuestro cerebro porque, en cierta forma, lo que le estamos pidiendo es que se mantenga en un estado de alerta constante para poder atender a todos los estímulos a los que lo exponemos.
Es como si intentará hacer malabarismos con demasiadas bolas a la vez, ¿te has sentido alguna vez así?
Aunque estemos pendientes de que no caigan, no podemos centrarnos realmente en ninguna. Algo parecido le ocurre a nuestra mente: está en mil sitios, pero en ninguno con atención plena.
A largo plazo, esto eleva nuestros niveles de cortisol (la hormona del estrés), afectando no solo a nuestra concentración y rendimiento, sino también a nuestro estado de ánimo. Nos sentimos más irritables, más cansadas y con menos capacidad para gestionar el día a día.
El agotamiento emocional y físico se va acumulando, y con él, la sensación de estar atrapadas en una dinámica que nos sobrepasa y de la que parece imposible salir.
Pero, ¿y si pudiéramos cambiar esa dinámica?
Aunque la sociedad de la prisa y de la inmediatez nos empuje a hacer más en menos tiempo, existen herramientas que nos pueden ayudar a ralentizar el ritmo, aliviar la carga mental y recuperar el control de nuestra atención. Porque no se trata de hacer menos, sino de hacer lo mejor para nuestra salud y bienestar emocional.
Cómo reducir la carga mental y el estrés generado por la multitarea
Ahora que somos más conscientes de las consecuencias de hacer varias cosas a la vez, quiero proponerte algunas estrategias que te ayudarán a recuperar el control y a gestionar tu atención de manera más efectiva, según tus necesidades y el contexto en el que te encuentres.
Porque, como hemos visto, la multitarea no es necesariamente negativa; el problema surge cuando la usamos en nuestra contra en lugar de a nuestro favor. Son los pequeños cambios los que pueden marcar la diferencia.
Aquí tienes algunas herramientas que pueden ayudarte:
- Practica la “monotarea”. Dale una oportunidad a hacer una sola cosa a la vez. Enfocarte plenamente en una tarea aumenta la eficiencia y reduce la fatiga mental. Prueba a ponerte un temporizador y dedícate a una tarea concreta durante 25-45 minutos sin interrupciones. Después, haz una pausa consciente para recuperar energía: respira profundamente, estira el cuerpo o simplemente desconecta antes de volver a enfocarte. Notarás que avanzas más rápido y con menos fatiga mental.
- Prioriza y agrupa tareas similares. No todas las tareas son igual de importantes ni requieren el mismo nivel de concentración. Identifica lo que realmente es prioritario y, siempre que puedas, agrupa tareas similares en lugar de alternar entre actividades muy distintas. Esto reduce el coste cognitivo que supone cambiar continuamente el foco de nuestra atención. Por ejemplo, responde correos y mensajes en bloques de tiempo en lugar de hacerlo entre otras tareas.
- Reduce las distracciones. Crea un entorno que favorezca la concentración. Si puedes, silencia notificaciones, cierra pestañas innecesarias o elige un espacio tranquilo para realizar tareas que requieran mayor atención. Cada interrupción, por pequeña que sea, nos hace perder el hilo y consumir más energía mental
- Establece límites. Si sientes que el día se te va apagando incendios, intenta poner límites. Evita responder mensajes fuera del horario laboral, delega cuando sea posible y aprende a decir «no» a tareas que no sean prioritarias para ti.
- Usa la multitarea a tu favor. Hay momentos en los que combinar actividades puede ser útil, siempre que una de ellas no requiera demasiada concentración. Por ejemplo, escuchar un podcast mientras caminas o hacer tareas domésticas mientras oyes música.
Convierte a la multitarea en tu aliada: la clave está en el equilibrio
Vivimos en un mundo que no solo nos presiona para hacer más en menos tiempo, sino que compite constantemente por nuestra atención. No hay más que ver la publicidad o las redes sociales.
Sentimos miedo de perdernos algo, de no estar a la altura, y muchas veces caemos en la trampa de la multitarea para lograr llegar a todo sin cuestionarnos si realmente nos está ayudando o, por el contrario, nos está dejando sin energía.
Como casi siempre, no se trata de blanco o negro, multitarea o monotarea. Lo importante es aprender a usarla a nuestro favor en los momentos en los que realmente la necesitemos y, sobre todo, recuperar el control de nuestra capacidad de atención para ser quienes decidamos en qué queremos enfocarnos.
Pequeños cambios, como priorizar, reducir distracciones o simplemente darnos permiso para hacer una cosa a la vez, pueden marcar una gran diferencia en nuestra productividad, nuestro bienestar y nuestra salud mental.
Al final, no se trata de hacer más, sino de hacerlo de manera consciente, al ritmo que realmente necesitamos en cada momento, para mantener el equilibrio y vivir con menos estrés.