¿Estás conmigo o contra mí? Esta pregunta representa un buen ejemplo del pensamiento polarizado o dicótomico, cuando pensamos de esta forma tendemos a percibir y catalogar cualquier cosa de forma extremista y dentro de dos categorías absolutas, y por supuesto, opuestas; no somos capaces de tener en cuenta ni los matices ni los términos intermedios.
El pensamiento polarizado es un tipo de distorsión cognitiva.
En general, solemos ser eficaces a la hora de interpretar la realidad, aunque en ocasiones podemos cometer errores a la hora de procesar la información; esta mala interpretación de lo que ocurre a nuestro alrededor nos puede ocasionar consecuencias negativas para nosotros y, sobretodo para nuestra manera de entender lo que nos sucede.
Estos errores en el procesamiento de la información son lo que llamamos distorsiones cognitivas; no ser conscientes de que los cometemos nos impide corregirlos, y en consecuencia terminamos actuando en función de esos pensamientos equivocados; lo que puede interferir en nuestro bienestar y en nuestras relaciones interpersonales, así como desencadenar estados de ánimo disfuncionales.
En mayor o menor medida, TODOS cometemos algún tipo de distorsión cognitiva; el problema surge cuando esa forma de pensar se convierte en un mal hábito de pensamiento, del cual la mayoría de las veces ni siquiera somos conscientes. En este sentido, saber detectarlas y analizarlas nos ayudará a tener un punto de vista más objetivo, y a desarrollar actitudes más realistas y positivas.
Existen diferentes tipos de distorsiones cognitivas. Cuando hablamos de pensamiento polarizado estamos hablando de la tendencia a evaluar las situaciones o cualidades personales en categorías extremas y absolutas.
Vemos las cosas blancas o negras, esta forma de pensar divide todos nuestros actos y experiencias en dicotomías, en las que no se tienen en cuenta ni los matices ni los puntos intermedios que existen entre un extremo y otro. En la formulación de estos pensamientos suelen incluirse palabras como: siempre, nunca, nada, todo… cuando su uso no está justificado por los acontecimientos propiamente.
Las formas del pensamiento «todo o nada» constituyen la base del perfeccionismo.
Si evaluamos una situación en términos de “perfecto o imperfecto”, y cometemos un error (por pequeño que sea) entonces consideraremos que hemos fracasado; nos convenceremos de que todo nuestro esfuerzo no habrá servido para nada y sentiremos que no valemos; pero la trampa de pensar de esta forma es que nunca lograremos satisfacer nuestras expectativas; porque la perfección no existe, lo contrario de perfecto no es imperfecto, como muchas veces creemos, sino real.
Otro de los problemas del pensamiento polarizado es que nos aporta una pobre percepción de la realidad, nos impide ver las diferentes opciones de las que podríamos disponer con una mente más abierta.
Este tipo de pensamiento es normal y esperable en nuestra primera infancia, pero a medida que vamos creciendo y madurando, lo deseable es que cambie para que nos permita comprender que hay muchas cosas que son relativas y no necesariamente excluyentes entre sí.
Las personas que usan este tipo de razonamiento a menudo tienen una visión del mundo negativa.
No suelen admitir que otras personas opinen de forma distinta, por lo que, inevitablemente, su forma de entender el mundo afectará a sus relaciones; no es fácil relacionarse con alguien que todo lo mide en términos de todo o nada. Por otra parte, cuando tratamos con personas que piensan en términos absolutistas, nos podemos sentir, con bastante frecuencia, culpables, ya que nunca somos capaces de cubrir sus expectativas.
Pero, es fundamental que recordemos que no es responsabilidad nuestra su forma de pensar, son ellos los que interpretan la realidad de forma sesgada, son ellos los que no son capaces de ver los grises en medio del blanco o negro, y sobretodo es importante no dejarse manipular por ese sentimiento de culpa, recuerda que cada uno es responsable de sus pensamientos y de sus emociones.
La verdad, es que es mucho más fácil reconocer algo en los demás que en nosotros mismos. Entonces, ¿cómo podemos saber si estamos cometiendo este error al interpretar lo que nos sucede?
El primer paso ya lo has dado, y es conocer la existencia de las distorsiones cognitivas, y en concreto en qué consiste el pensamiento polarizado. Insisto en que todos podemos caer en este error a la hora de interpretar una situación, pero si se da con frecuencia, y forma casi una seña de identidad nuestra, es casi con toda seguridad que nos esté creando malestar emocional y puede que afecte a nuestras relaciones personales. Por ejemplo, discutiendo con alguien ¿te han dicho alguna vez que las cosas no son siempre blancas o negras? si es así, no lo dudes, tienen razón, la realidad es que todo está sujeto a grados y matices.
Comienza por admitir que es posible que estés cometiendo un error en la forma en que procesas la información, es más que habitual que exista una “resistencia natural” a aceptar que nos estamos equivocando.
Una vez tomada la decisión de cambiar este tipo de pensamiento, el siguiente paso es comenzar a prestar atención a tu dialogo interno, esto que dicho así parece fácil, no lo es tanto, la mayoría de nuestros pensamientos nos pasan desapercibidos, y la verdad es que al principio cuesta “cazarlos”. Pero identificándolos es la única forma que tenemos para cambiarlos.
Modificar el pensamiento polarizado no es fácil, ya que para nosotros esta forma de pensar se ha convertido en un hábito.
Una manera bastante efectiva de combatirlo es cuestionándolo y pensar en porcentajes. Imagínate que piensas: «Todo me sale mal», ¿realmente TODO te sale mal?, ¿Alguna vez te han ido bien las cosas? ¿En qué tanto por ciento crees que te ha ido mal en el día de hoy? ¿Y bien?
Esta forma de proceder te ayudará a relativizar tu interpretación de las cosas, y a entender que hacer juicios polarizados acerca de las situaciones no es una manera adecuada de evaluar la realidad, ya que la vida rara vez es completamente blanca o negra, si no que es mucho más compleja e intervienen diferentes factores que hay que tener también en cuenta.
Además te permitirá ser mucho más flexible y abierto mental y emocionalmente, lo que sin duda te permitirá afrontar en mejores condiciones los cambios que se vayan produciendo a lo largo de tu vida.