Estrés y ansiedad son términos que se suelen confundir y utilizar como sinónimos, ya que con frecuencia las respuestas físicas, emocionales y conductuales suelen ser parecidas; sin embargo, aprender a diferenciarlos nos permite poner en marcha las estrategias más adecuadas para afrontar la situación y disminuir nuestro malestar.
El estrés se refiere a un proceso de adaptación al medio; mientras que la ansiedad es una reacción emocional de alerta general debida a que pensamos que estamos en peligro, o que algo nos amenaza.
El estrés aparece ante situaciones vitales de lo más variadas, y no necesariamente tiene que suponer un problema, generará malestar cuando la persona que lo sufre se sienta sobrepasada por la situación y considere que no tiene los recursos necesarios para hacerle frente; la ansiedad, por su parte, aparece ante situaciones que percibimos como peligrosas; es una reacción emocional, física y cognitiva que nos mantiene en una alerta constante ante un amenaza, sea real o no.
¿Cómo podemos distinguir el estrés de la ansiedad?
Algunos factores a tener en cuenta para diferenciarlos, y poner en marcha unas estrategias u otras para restablecer nuestro bienestar, serían:
1.- Origen
El estrés tiene un origen claramente identificable; aparece cuando una persona se ve desbordada por la situación que está viviendo y no tiene (o cree no tener) los recursos suficientes para hacerle frente.
Por su parte, el origen de la ansiedad no es tan claro, la persona puede sentir miedo e inquietud, sin que se presente una circunstancia objetiva (y/o aparente) para que las respuestas de ansiedad se disparen.
2.- Factores desencadenantes
Los factores desencadenantes en el estrés están relacionados con los factores externos que rodean a la persona; es decir, a esa situación que le abruma y le provoca la respuesta de estrés.
La ansiedad surge como consecuencia de nuestros pensamientos, normalmente de carácter catastrofistas, que provocan que nos sintamos angustiados y con miedo; la ansiedad se retroalimenta de ese miedo subjetivo, que tiende a hacer que nos preocupemos y anticipemos a eventos futuros, casi siempre, improbables.
3.- Emoción principal
En el estrés la emoción que predomina es la preocupación, en relación a la situación concreta que ha provocado el desbordamiento emocional de la persona; esta preocupación puede desencadenar conductas de irritabilidad y sentimientos de tristeza, así como nerviosismo y sensaciones de frustración ante la imposibilidad de superar aquello que se le presenta.
En la ansiedad, sin embargo, la emoción predominante es el miedo; caracterizado como una sensación de peligro inminente que tiende a crecer como una bola de nieve; la persona cree que algo malo puede suceder, y por ello, analiza y anticipa constantemente las posibles situaciones catastróficas o negativas con las que se podría encontrar, esto termina generando un gran malestar emocional, interfiriendo en su funcionamiento diario.
4.- Momento de aparición y duración
El estrés, al estar asociado a un estímulo concreto, suele aparecer en el momento presente y ser temporal; es decir, una vez que la situación que lo ha provocado está superada o resuelta, los síntomas también desaparecen. Aunque, también, el estrés, podría llegar a cronificarse si la situación que lo provoca es prolongada; por ejemplo, estar en situación de desempleo durante mucho tiempo; en este caso, cuando la persona encontrase trabajo el estrés, también, desaparecería.
La ansiedad, por su parte, suele aparecer en otros momentos temporales; es decir, podemos sentirla al “repasar” una y otra vez, una situación pasada o al anticipar las posible consecuencias de algo que todavía no ha ocurrido; este tipo de pensamientos catastróficos hacen que la ansiedad tienda a retroalimentarse y que entremos en un círculo vicioso.
5.- Remisión de los síntomas
Aunque comparten algunos síntomas y su presentación es muy parecida; la duración de los mismos es muy diferente.
En el estrés, los síntomas aparecen únicamente ante el estímulo estresante; por ejemplo, frente a la época de exámenes, y una vez ha pasado o se ha superado la circunstancia estresante, los síntomas desaparecen y la persona vuelve a su estado normal.
En contra, en la ansiedad, al estar asociada a factores internos y desencadenantes difusos, tiende a perpetuarse en el tiempo. En mismo ejemplo anterior, la persona al acabar el período de exámenes continuará dándole vueltas al tema, por ejemplo, pensando que lo podría haber hecho mucho mejor, en qué nota habrá sacado, etc. manteniendo así los niveles elevados de ansiedad.
6.- La ansiedad es subyacente al estrés
Parte de la confusión que existe entre ambos fenómenos, y que hace que muchas veces se usen como sinónimos, es que con frecuencia aparecen juntos.
Sin embargo, la ansiedad es considerada una manifestación del estrés, siendo una respuesta emocional a este; una situación estresante puede provocar ansiedad como uno de sus síntomas, pero no sería el único, también podrían aparecer tristeza, desmotivación, frustración, fatiga emocional…
7.- Consecuencias para la salud
Aunque tanto el estrés como la ansiedad son dos respuestas adaptativas, normales y saludables, cuando estas se presentan en exceso pueden causar grandes problemas de salud.
En general, se considera que la severidad del estrés no es tan intensa como la de la ansiedad.
Un estrés agudo y/o prolongado puede originar y agravar algunos síntomas físicos, por ejemplo dolores de cabeza o musculares; la ansiedad, por su parte, puede terminar causando determinados trastornos psicológicos como por ejemplo ataques de pánico.
8.- Tratamiento
La intervención más adecuada a realizar dependerá de la evaluación inicial del problema que presente la persona.
En el caso del estrés, si este persiste una vez que haya desaparecido el estímulo que lo desencadenó, sería conveniente iniciar un entrenamiento en el que la persona adquiriese los recursos necesarios para afrontar de manera eficaz las situaciones que le preocupan y le generan malestar, como, por ejemplo, entrenamiento en solución de problemas, en asertividad,….
Como hemos visto, un elemento importante en la ansiedad son los pensamientos anticipatorios y catastrofistas, y, sobre todo, las consecuencias que tiene esta forma de pensar en nuestra vida; como por ejemplo limitarnos a la hora de ir a algún sitio por miedo a que nos ocurra algo; en este sentido parte importante de la intervención se centraría en trabajar con esas creencias limitantes y disminuir su impacto en nuestro día a día.
A modo de resumen, se podría decir que el estrés es causado por la presencia real de una situación que nos desborda, bien por su intensidad o bien porque consideremos que no tenemos los recursos suficientes para afrontarla. Mientras que la ansiedad se produce en ausencia de un estímulo claro, es una respuesta emocional de inquietud, de alerta, de desasosiego… en definitiva, de miedo.
Conocer las semejanzas y diferencias entre ambas, nos permitirá identificar mejor lo que realmente nos ocurre, y sobre todo movilizar nuestros recursos para encontrarnos mejor, ya sea a nivel individual, o pidiendo ayuda a nuestro entorno o a un profesional.