Hacer y recibir críticas es una estrategia básica para solucionar los problemas y los conflictos personales; se trata de una habilidad social que todas las personas podemos aprender, mejorar e incorporar en nuestro repertorio de conducta.
La mayoría de nosotros ante una crítica nos sentimos atacados; y casi de forma automática ponemos en marcha nuestros mecanismos de defensa.
Es decir, en lugar de escuchar, reflexionar y extraer lo positivo que nos podría aportar la opinión de la otra persona, pasamos rápidamente a contraatacar, y muchas veces de manera poco adecuada.
¿Cómo formular críticas sin que la otra persona se ponga a la defensiva?
En primer lugar tenemos que ser conscientes de que nuestras propuestas de cambio no siempre serán recibidas con agrado. En general, nos cuesta aceptar que nuestra forma de hacer las cosas no tiene porque gustarle a todo el mundo; además, también hay que tener en cuenta, que en el ser humano uno de los mecanismos más automatizados es el de la resistencia al cambio.
Pero aún así, es importante recordar que todos tenemos derecho a expresar y exponer nuestras opiniones, aunque eso sí, de una manera adecuada.
Como norma general, a la hora de hacer a alguien una crítica nos basaremos en aspectos en los que el otro pueda mejorar; y las haremos siempre en privado.
Para formular críticas sin que la otra persona se ponga a la defensiva hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Concreta. Nos centraremos en el problema clave, sin rodeos ni evasivas. Es recomendable que al mismo tiempo que se hace la crítica se señale lo que la persona hace bien, lo que no hace bien y como podría cambiarlo, y nunca está de más decir cómo te hace sentir la situación para que el otro pueda empatizar con nosotros y entender mejor la intención de nuestro comentario.
- Ofrece soluciones. Ya sé que me repito, pero es un punto muy importante, de nada sirve a la persona que recibe la crítica saber lo que hace mal o te disgusta de ella, si no le ofreces alternativas para resolver las cosas. Muchas veces pensamos que la otra persona no cambia porque no quiere, y en ocasiones es así, pero en otras es porque, simplemente, no sabe hacer las cosas de otra forma. Ayúdale a mejorar con tus sugerencias, porque en realidad el beneficio será para los dos.
- Evita las acusaciones personales, el sarcasmo, el desprecio… lo más probable es que provoquen reacciones de defensa en la otra persona, además de que tienen un efecto negativo sobre la motivación, autoestima y confianza de quién las recibe.
- No utilices afirmaciones generales y universales, no uses las palabras «siempre, nunca todo, nada…» («lo confundes todo, siempre lo haces mal, no entiendes nada….») porque despiertan sentimientos de impotencia y enfado en el otro.
- Haz la crítica cuando corresponde. Con demasiada frecuencia, esperamos a expresar nuestras críticas cuando las cosas han llegado ya un punto extremo, en ese momento estamos tan enfadados que no podemos controlar lo que decimos, y terminamos sacando a relucir una lista interminable de quejas que no tienen nada que ver con el motivo actual del problema, pero que en su momento nos callamos. Así que si tienes algo decir, dilo pero de la forma adecuada, y no esperes a cuando no puedas más.
- Las críticas son mejor cara a cara y en privado. Una crítica en público, por muy bien intencionada que sea puede ser vivida como una humillación o un cuestionamiento de la valía de la persona criticada. Hay que evitar los mensajes o los emails para poder dar al otro la posibilidad de contrastar o defender su postura en el momento que lo recibe. Permanece presente, cara a cara y en privado.
- Empatiza. Sintoniza con el impacto que produce la crítica y la forma de expresarla sobre el receptor para empatizar también con sus sentimientos y adaptarte adecuadamente a sus reacciones. Si te has pasado y fuera necesario, reconoce tu dureza o tu falta de tacto. Reconocer los errores lejos de suponer perder autoridad y valía, supone un aumento de credibilidad y respeto. Las personas poco empáticas suelen dar críticas demasiado hirientes y duras, ya que no son capaces de percibir los sentimientos del otro ni de ponerse en su lugar.
- Controla el lenguaje no verbal, el tono de voz, los gestos, las muecas, los ademanes. Un gesto o el tono de voz puede echar al traste el mejor mensaje que se quiera transmitir.
- No intentes imponer tu punto de vista, recuerda que tu crítica no deja de ser tu opinión, y tienes derecho a expresarla, de forma asertiva, pero la otra persona también tiene derecho a seguir tus consejos o no.
¿Cómo encajar las críticas sin sentirnos mal y aprovecharlas para mejorar?
Vamos a partir de la premisa de que todas las críticas son constructivas, al menos hasta que se demuestre lo contrario. La ventaja de hacerlo así, es que por una parte, nos permite sacar todo el partido de las opiniones que realmente sean constructivas, y, por otra, desarma en gran medida a la persona que realiza la crítica destructiva, ya que no entraremos en su juego.
Nuestra actitud es fundamental a la hora de responder adecuadamente a una crítica.
Tenemos que permanecer tranquilos, para no entrar en discusiones innecesarias. Así que respira, toma cierta distancia emocional, y antes de decidir si la crítica te resulta de utilidad o no, escucha de forma activa a la otra persona. Sé empático, intenta entender cómo se siente y descubrir cual es su intención, si lo consideras necesario, pídele más información acerca de su opinión.
En este punto, te será de gran ayuda usar la técnica asertiva de la “interrogación”; se utiliza para clarificar la intención y pretensión del crítico.
Se trata de preguntar al que critica sobre aspectos que no nos estén quedando claros o en los que se está siendo demasiado general. Por ejemplo: «¿Qué quieres decir exactamente con eso de que no se puede contar conmigo para nada?».
Con este enfoque conseguiremos que la persona que nos crítica prescinda de los quejas vagas y pase a hacer peticiones más concretas y reales.
La ventaja de utilizar la interrogación es que nos permite obtener la información necesaria para averiguar cómo responder a la persona que hace la crítica.
La desventaja, es que es una táctica provisional, simplemente aclara la comprensión de la intención y las pretensiones del otro, aún tendremos que decidir cómo contestar a la crítica.
Una vez tengas claro, si la otra persona tiene razón al hacerte la crítica; si te puede ayudar en algo su comentario; o si por el contrario simplemente se trata de un ataque personal; será el momento de contestar, para ello te serán de gran utilidad dos técnicas asertivas:
1.- Reconocimiento. Se asiente a lo que dice el crítico, su objetivo es que la otra persona detenga su discurso de manera inmediata. Aunque el reconocimiento es la mejor estrategia para desarmar de forma rápida y efectiva a la persona que crítica (ya que si le das la razón, no tendrá mucho más que decir) sin embargo su uso estaría limitado, exclusivamente, a cuando estés de acuerdo con lo que te dicen, ya que si reconoces como cierto algo con lo que, realmente, no estás de acuerdo sólo para que la otra persona se calle, a la larga tu autoestima se verá debilitada. En estos casos sería más recomendable la técnica del oscurecimiento.
2.- Oscurecimiento. Se utiliza cuando la crítica ni es constructiva ni justificada. Se trata de decirle al crítico que tiene parte de razón pero otra parte no; es decir, le das la razón al que crítica sólo en las partes en las que estés de acuerdo con él, pero matizando las cosas en las que crees que se equivoca o está siendo injusto o destructivo. Por ejemplo: «Es cierto que podría haber sacado más nota en este examen pero no haberlo hecho no me convierte en un fracasado». La ventaja del oscurecimiento es que acalla a los críticos sin sacrificar nuestra autoestima.
Hacer y recibir críticas equivale a asumir que no siempre podemos estar de acuerdo en todo; que es posible que surjan situaciones tensas con los demás y que para afrontarlas eficazmente tendremos que poner en marcha nuestras habilidades de comunicación.
Recordemos hacerlo en el momento oportuno y de la forma más adecuada, pero no evitemos estas situaciones porque sean incómodas para nosotros, ya que en ese caso nos perderemos buenas oportunidades tanto para mejorar y evolucionar a nivel personal, como para fortalecer nuestras relaciones interpersonales.